Existe una prueba que tiene una gran revuelta armada en el ámbito de la psicología, y que pudiera sugerir una predicción más clara sobre el desempeño de los infantes en su edad madura, y pese a que aún no está enteramente demostrado, hay evidencia palpable que sostiene la teoría de autocontrol de Walter Mischel. Hablamos del test del malvavisco y de cómo los niños que demostraron autocontrol para ganar 2 de ellos, son hoy personas exitosas.
Una de las implicaciones más prominentes es la correlación de la capacidad de control de los infantes en su futuro rendimiento académico. Y esto llama la atención puesto que la mayoría de nosotros somos o seremos padres, siendo parte de nuestra responsabilidad la formación de la disciplina para que el rendimiento académico sea el mejor y tenga mayores probabilidades de éxito social.
Un aspecto importante que el test del malvavisco aclara es que existe una condición psicológica que va más allá de la formación de la disciplina por parte de los padres. Esta condición tiene que ver con la capacidad de auto-controlarse para lograr un beneficio mayor, aun si eso implicara retrasar la gratificación inmediata.
El éxito académico, entre otros beneficios, se ven reflejados en capacidades del niño o adolescentes en áreas concernientes a este contexto. Primeramente hay que denotar que la capacidad de retrasar la gratificación para un beneficio mayor, conlleva a desarrollar habilidades de autocontrol que contrarrestan los impulsos que puedan entorpecer las metas.
Si llevamos esta habilidad al entorno académico, se traduciría en una capacidad para mantener la concentración, para realizar los deberes educativos prioritariamente y saber desarrollar metodologías de estudio más eficientes. En este caso, las calificaciones adecuadas son la gratificación que representaría el malvavisco y el rendimiento académico estaría representado por el tiempo que el infante dedicaría para recibir una recompensa doble.